jueves, 1 de noviembre de 2007

Ideas religiosas y crisis políticas en el Antiguo Egipto

En tanto Mesopotamia es una región vulnerable a las invasiones desde cualquier dirección, Egipto y, más precisamente, el valle del Nilo, está aislado e incluso defendido por el desierto, el Mar Rojo y el Mediterráneo. Esta protección permitió a la civilización egipcia desarrollarse sin problemas hasta la invasión de los Hicsos (ca. 1674 A.C.). La navegabilidad del Nilo permitió, asimismo, el desarrollo de una administración centralizada desde la Primera Dinastía (ca. 3000 A.C.): carente de grandes ciudades se podría decir que el país estaba constituido por una masa rural mandada por encarnaciones de dios: los faraones. Fue la religión y, más específicamente, el dogma de la divinidad del faraón, lo que dieron forma y carácter a la civilización egipcia.

La creación histórica del nuevo estado como resultado de la unificación del norte y el sur fue el equivalente a una cosmogonía: el faraón, dios encarnado, estableció un nuevo mundo, una civilización infinitamente más compleja y superior al sustrato de poblachos Neolíticos. El faraón divino era garante del orden establecido por primera vez. En tanto era inmortal -su muerte no suponía más que su paso al cielo- la continuidad de un dios encarnado a otro estaba asegurada.

Eliade nota que:

[...] the most important sociopolitical and cultural creations took place during the earliest dynasties. It is these creations that established the models for the following fifteen centuries. After the Fifth Dynasty (2500-2300 B.C.) almost nothing of importance was added to the cultural patrimony. This "immobilism", which is caracteristic of Egyptian civilization but which is also found in the myths and nostalgias of other traditional societies, is religios in origin.
El "inmobilismo" es el supremo esfuerzo de toda una cultura por mantener la creación original intacta en tanto que era perfecta desde cualquier punto de vista (cosmológico, religioso, social, ético).
Indeed, the myths refer exclusively to the events that took place in the fabled time of teh beginnings. [...] All existing things, from natural phenomena to religious and cultural realities (plans of temples, the calendar, writing, rituals, royal emblems, etc.), owe their validity and their justification to the fact that they were created during the initial period. Clearly, the First Time constitutes the Golden Age of absolute perfection, [...] Neither death nor disease were known during this marvelous period, called "the time of Re" (or Osiris or Horus). At a certain moment, as a result of the intrusion of evil, disorder appeared, putting an end to the Golden Age. [...] it could be said that the rites, pursuing the defeat of the demonic forces, have as their purpose restoring the initial perfection.
Tratando de las cosmogonías egipcias, al igual que sucede en otras culturas fueron muchas las tradiciones, definiendo el centro y origen del mundo en diferentes ciudades y asociándose con diferentes deidades, lo que obligaría a los teólogos a elaborar atrevidas síntesis que implicaban asociaciones de figuras divinas antagónicas. En cualquier caso, al igual que muchas otras tradiciones, la cosmogonía egipcia comienza con la emergencia de un montículo sobre las aguas primordiales; la aparición del "Primer Lugar" supone la emergencia de la tierra, el inicio de la luz, la vida y la conciencia. Más allá de la pre-eminencia de Heliópolis, cada ciudad, cada santuario, era considerado "centro del mundo", el lugar donde la Creación comenzara.

En las teogonías egipcias las divinidades nacieron de la substancia misma del dios supremo: Cielo y Tierra se unieron en un hieros gamos ininterrumpido hasta que fueron separados por el dios de la atmósfera no sin antes haber engendrado a Osiris e Isis, Seth y Neftis.

En la teología más sistemática (la llevada a cabo durante la Primera Dinastía en Memphis) encontramos con sorpresa que:
[...] the earliest Egyptian cosmogony yet known is also the most philosophical. For Ptah creates by his mind (his "heart") and his word (his "tongue").

[...] the theogony and the cosmogony are effected by the creative power of the thought and word of a single god. [...] it is at the beginning of Egyptian history that we find a doctrine that can be compared with the Christian theology of the Logos.
Los mitos sobre la creación del hombre son mucho más sumarios ("Men, the cattle of God, have been well provided for. He (i.e., the sun god) made the sky and the earth for their benefit. ... He made the air to vivify their nostrils, for they are his images, issued from his flesh. He shines in the sky, he makes plants and animals for them, birds and fish to feed them.), relatando de modo mítico lo que posiblemente fue la supremacía de la cultura egipcia sobre el sustrato neolítico. En cualquier caso, la historia mítica del primer hombre no juega un papel importante en tanto que durante el tiempo prodigioso que fue el Primer Tiempo, los dos únicos momentos decisivos fueron la cosmogonía y el advenimiento del faraón.

La cosmogonía es el acontecimiento más importante (H. Frankfort) en tanto representa el único cambio real: la emergencia del mundo. Los ciclos cósmicos (movimientos planetarios, fases de la luna, la sucesión cíclica de las estaciones, el ritmo de la vegetación, las mareas del Nilo, etc.) demuestran, en su periodicidad perfecta, la perfección establecida en el "Primer Tiempo". El desorden implica un cambio inútil y dañino en el ciclo paradigmático de los cambios perfectamente ordenados.

En este sentido la realeza existe desde el inicio de los tiempos: el Creador fue el primer rey, y transmite su función a su hijo y sucesor, el primer faraón. Esta "delegación" consagra a la realeza como una institución divina. De hecho, el faraón es la encarnación de ma'at: "buen orden", "derecho", "justicia", que pertenece a la creación original y, por tanto, refleja la perfección de la Edad Dorada. En la medida en que ma'at constituye la base misma de cosmos y vida puede ser conocida por cualquier individuo de modo separado. En tanto que el faraón encarna ma'at constituye el paradigma para todos los individuos; el trabajo del faraón asegura la estabilidad del cosmos y la continuidad de la vida...
And indeed the cosmogony is repeated every morning, when the solar god "repels" the serpent Apophis, though without being able to destroy him; for chaos (= the original darkness) represents virtuality; hence is indestructible.
El culto debía ser realizado en principio por el faraón pero delegó sus funciones en los sacerdotes de los distintos templos. Directa o indirectamente, el propósito de los rituales era la defensa, por tanto la estabilidad, de la "creación original". Cada Año Nuevo se reiteraba la cosmogonía: el entronamiento del faraón reproducía los episodios de la gesta de Menes (la unificación de las dos tierras, la fundación del estado era ritualmente recreado).

Las creencias más antiguas acerca de la existencia tras la muerte son en Egipto comunes al resto de las culturas conocidas: o bien el lugar de reposo de los muertos era bajo tierra (la localización subterránea del "otro" mundo era una creencia predominante en las culturas Neolíticas) o el cielo -más exactamente entre las estrellas. El cielo era imaginado como una Diosa Madre y la muerte equivalía a un nuevo nacimiento en el mundo sideral.

Así -aun cuando existen diferentes creencias religiosas y no hay unidad en los textos- el faraón vuela en forma de halcón, garza o ganso salvaje, escarabajo o saltamontes, ayudado por los vientos, nubes y dioses. Durante su ascensión, el rey ya es un dios, totalmente diferente en esencia de la raza humana. No obstante, ha de superar una serie de pruebas, respondiendo a preguntas mediante fórmulas preescritas a modo de palabras de paso así como purificarse antes de entrar en el cielo. En el cielo continuará su existencia terrena rodeado de súbditos y miembros de familias nobles que también han sido "glorificados" (identificados con las estrellas), aun cuando el único que ha ganado la inmortalidad es el rey.

El faraón es, en ocasiones, identificado con Osiris, el único dios muerto asesinado y arrojado a las aguas. En el drama osiriano (Osiris, rey legendario, es asesinado por su hermano Seth, quien lo arroja al delta; su mujer, la maga Isis, recupera el cuerpo y consigue quedar embarazada de Horus, quien ya adulto se enfrenta a Seth; en tanto que Seth encarna una fuerza irreductible, no puede morir pero sí es vencido, permitiendo a Horus establecer el reino como sucesor legítimo de su padre) encontramos un paralelismo entre Re y el faraón. El sol y las tumbas reales constituían la única fuente de sacralidad. Según la teología solar el faraón era el hijo de Re; en tanto que el faraón sucede al soberano muerto (= Osiris), el faraón es también Horus. La tensión entre las orientaciones del pensamiento egipcio, la "solarización" y la "osirización", se manifiesta en la función de la realeza. La solución se encuentra en la teología elaborada durante el Reino Medio (ca. 2040-1730 A.C.): Re dejará de ser el soberano de la Edad Dorada y pasará a serlo Osiris. La filiación Osiris-Horus garantizaba la continuidad de la dinastía y, por tanto, la prosperidad del país.

La muerte es, entonces, exaltada como transmutación de la existencia carnal:
Death accomplishes passage from the sphere of the meaningless to the sphere of the meaningful. The tomb is the place where man's transfiguration (sakh) is accomplished, for the dead person becomes an Akh, a "transfigured spirit".
Lo que destaca Eliade es que:
Osiris increasingly becomes the paradigmatic model, not only for the sovereigns but for every individual.
La "democratización" de Osiris que se llevará a cabo durante el Reino Medio hizo del dios el modelo para todo aquél que soñase con conquistar a la muerte:
Murdered and dismembered, Osiris was "reconstituted" by Isis and reanimated by Hours. In this way he inaugurated a new mode of existence: from a powerless shade, he became a "person" who "knows", a duly initiated spiritual being.
Desde la muerte de Pepi II (ca. 2200 A.C.), último faraón de la Sexta Dinastía, Egipto sufrió un periodo de turbulencias y guerra civil que supuso la escisión del reino del Norte con capital en Heracleopolis del reino del Sur, con capital en Tebas y, finalmente, victorioso. Este periodo de anarquía, conocido como Primer Periodo Intermedio terminaría hacia 2050 A.C. con la ascensión de la Duodécima Dinastía, será cuando se desarrolle más la "democratización" de la vida tras la muerte: lo que antes era exclusivo de los faraones -por primera vez acusados de debilidad- ahora se reproducía para los nobles y, por extensión, al resto del cuerpo social egipcio.

La debilidad de la monarquía, sin embargo, era resultado de un decaimiento generalizado de las instituciones tradicionales, lo que condujo al agnosticismo y al pesimismo en lo que Eliade denomina el "síncope" de la realeza divina cuyo resultado inmediato fue la desvalorización de la muerte. Si el faraón no actúa como un dios encarnado todo resulta entonces incierto, y antes que nada el sentido de la vida y la realidad de una post-existencicia más allá de la tumba.

El Reino Medio se caracteriza por el reinado de soberanos excelentes todos pertenecientes a la Duodécima Dinastía: período de expansión económica y desarrollo exterior. Es el momento histórico en que uno de los ocho dioses adorados en Hermópolis ascendió al rango supremo como Amon-Ra: identificado con el sol se convirtió en el dios universal del Imperio.

La siguiente fase tras la extinción de la Duodécima Dinastía fue nuevamente de crisis, con una rápida sucesión de soberanos hasta la invasión de los Hicsos (1674 A.C.), quienes se asentaron en el Delta y gobernaron, ajenos en buena medida a la cultura egipcia, el Bajo Nilo. La continuidad de las estructuras egipcias en el Alto Nilo (Tebas) permitió la restauración del Imperio durante las Dinastías Decimoséptima y Décimo-octava (1562-1308 A.C.). Es el periodo del Imperio en el que Tutmoses III y su suegra Hatshepsut expanden el Imperio y abren las puertas a las influencias exteriores, sobre todo asiáticas. La presencia de asiáticos en la administración habla de un tiempo en el que se empiezan a adorar a dioses exteriores, conformándose un panteón en el que la solarización de Amon-Ra ayudó a su preeminencia en tanto que el dios solar era el único dios universalmente accesible.

Es un periodo en el que Egipto tiende a la teocracia: los dioses gestionan los asuntos de gobierno directamente comunicando su consejo a través de los sacerdotes, sobre todos ellos el supremo sacerdote de Amon-Ra.

En ese clima de tensión entre una clase sacerdotal altamente politizada y la realeza se produce la "revolución de Amarna" (1375-1350 A.C.): el avance de Aton, el disco solar, al rol de divinidad suprema por la voluntad del faraón Amen-hotep IV -quien cambiara su nombre por Akh-en-aton, "el que sirve a Aton", abandonando Tebas y fundando una nueva capital del Imperio en lo que hoy es Tell el-Amarna, lejos de la teocracia tebana de Amon-Ra.

Entre los cambios que trajo la "revolución de Amarna" se encuentran la adoración de Aton, el disco solar, fuente de toda vida, el "naturalismo" en la expresión artística, el uso de lenguaje popular en las inscripciones o el establecimiento de unas relaciones más relajadas en las relaciones del faraón con sus allegados y corte.

El sucesor de Akh-en-aton, Tut-ankh-Amon (1357-1349 A.C.), reestableció el orden tebano. Con él terminó la Décimo-octava Dinastía, momento en que parece terminar el genio egipcio. No obstante, Eliade encuentra en el Nuevo Imperio la síntesis final del pensamiento religioso egipcio: la asociación Re-Osiris.

Los teólogos del Nuevo Imperio hicieron hincapié en la complementareidad de dioses opuestos, incluso antagónicos. Así, Osiris es imbuído del espíritu de Re; la identificación de los dos dioses se produce en la persona del faraón: tras el proceso de Osirización el rey revive como el jóven Re (el curso solar representa el paradigma del destino humano: paso de un modo de ser a otro, de la vida a la muerte y, tras ello, a un renacer). Lo original de esta síntesis es, según Eliade, por un lado el postulado del doble proceso de Osirización de Re y solarización de Osiris, y por otro la convicción de que esta duplicidad revela el significado secreto de la existencia humana: la complementareidad entre vida y muerte. En El Libro de los Muertos se encuentran todas las fórmulas mágicas que permiten al alma superar con éxito su travesía, "juicio" y "sopesado del corazón" tras la muerte. El viaje nocturno de Re a través del mundo subterráneo constituye el paradigma del viaje azaroso y lleno de obstáculos de cualquier individuo hasta el "juicio" final.
By developing the old conception of death as spiritual transmutation, the theologians of the Empire identified the models of this "mystery" at once in Re's daily exploits and in the primordial drama of Osiris. In this way they articulated in a single system what seemed the supreme example of the eternal and invulnerable (the course of the sun), what was only a tragic episode but, in the last analysis, a fortuitous one (the murder of Osiris), and what would seem by definition to be ephemeral and maningless (human existence). [...] the role of Osiris was essential. By virtue of him, every mortal could henceforth hope for a "royal destiny" in the other world. In the last analysis, the pharaoh constituted the universal model.

Las Religiones Mesopotámicas

En los capítulos sucesivos a la Prehistoria Eliade repasa el pensamiento religioso de las diferentes culturas que se fueron desarrollando ya con documentos escritos. La primera de ellas, en la región de Mesopotamia, las civilizaciones Sumeria y Acadia.

Provenientes de regiones septentrionales los sumerios se impusieron sobre el sustrato autóctono identificado con la civilización de Obeid y, en tanto que civilización agrícola y urbana, pronto sufrieron los asedios y asimilaciones de pueblos nómadas de lengua semítica provenientes del desierto sirio: los Acadios. Aun cuando Summer-Akkad devengará en la cultura babilónica las tradiciones religiosas son diferentes.

En estas culturas ya se pueden documentar instituciones religiosas, técnicas y concepciones que, aun cuando fueron registrados en documentos datados en el tercer milenio A.C., sin duda reflejan creencias religiosas más arcaicas (S.N.Kramer: The Sumerians: Their History, Culture, and Character; Chicago, 1963) tales como la identificación de la divinidad por la tiara en forma de cornamenta recuperando el simbolismo religioso del toro que proviene del Neolítico en Oriente Próximo, lo que permite a Eliade deducir que:

[...] the divine modality was defined by the power and the "trascendence" of space, i.e., the stormy sky in which thunder sounds (for thunder was assimilated to the bellowing of bulls). The "trascendent", celestial structure of divine beings is confirmed by the determinative sign that precedes their ideograms and that originally represented a star [...] Hence every divinity was imagined as a celestial being; this is why the gods and goddesses radiated a very bright light.
Así, los modelos de ciudad y templo eran "trascendentales" en tanto preexistían en el cielo, lo que viene a decir que las ciudades babilónicas tenían sus arquetipos en las constelaciones.

Las frecuentes cosmogonías que describen la separación de cielo y tierra en Oriente Medio y el Mediterráneo provendrían de la cosmogonía sumeria, en la que la diosa representada como el mar primordial traerá al mundo, mediante partenogénesis, al Cielo y la Tierra, encarnaciones de los principios masculino y femenino.

Encontramos asimismo la descripción del verdadero Paraíso: un país en el que "cada cosa fue creada perfecta" y en donde no existía la enfermedad ni la muerte. El tema del Paraíso se completa con una teogonía que termina en drama que revela el crimen y el castigo de un dios creador seguida de una progresiva debilidad que presagia la muerte del dios; el dios comete una falta fatal en tanto que no se comporta de acuerdo con el principio que encarna, lo que compromete la estructura de su propia creación.

En lo que toca al origen de los hombres, para los sumerios el hombre primitivo compartía en cierta medida la substancia divina (aliento insuflado a una figurilla de arcilla o la sangre de dos dioses inmolados para la ocasión). El hombre fue creado para servir a los dioses -aun cuando no era un esclavo-, de modo que el culto era concebido como servicio a los dioses. Los hombres no son sólo sirvientes de los dioses sino también sus imitadores y, por tanto, colaboradores. Los dioses son responsables del órden cósmico y el hombre debe obedecer sus órdenes que aseguran el correcto funcionamiento tanto del mundo como de la sociedad humana. Los "decretos" de los dioses, determinan el destino de cada ser, de cada forma de vida, de cada empresas humana o divina.
[...] to "determine their destiny", that is, to settle their mode of being and their function.
De aquí se llega al concepto del tiempo cíclico:
The cosmic order is continually troubled [...] But the world is periodically regenerated, i.e., re-created, by the festival of the New Year.
... festival en el que se recrea un hieros gamos entre las dos divinidades patronales de la ciudad (representadas por sus estatuas) o por el soberano; el hieros gamos actualiza la comunión -momentánea- entre hombres y dioses: la energía divina se difunde por la ciudad -la Tierra- y la santifica asegurando su prosperidad y felicidad en el inicio del Año Nuevo.

Al igual que las ciudades y los templos, la institución del rey provenía del cielo junto a sus emblemas, el trono y la tiara, tras la inundación primigenia:
The belief in the preexistence of words and institutions will have considerable importance for archaic ontology and will find its most famous expression in the Platonic doctrine of Ideas. [...] the theory of celestial models continues and develops the universally disseminated archaic conception that man's acts are only the repetition (imitation) of acts revealed by divine beings.
La tradición sumeria explica que los grandes dioses decidieron destruir a la humanidad mediante una inundación. Un hombre fue, sin embargo, salvado en virtud de sus méritos (humildad, obediencia y piedad), y fue encargado de construir un arca; tras siete días y siete noches de diluvio se le confieren la capacidad de dar vida ("aliento eterno") y se le envía al país del Paraíso primigenio para que lo repueble. Más o menos divinizado pero, en cualquier caso dotado de inmortalidad, el Noé sumerio no puede vivir en la nueva tierra que emerge de las aguas sino que es transportado a la tierra del Paraíso primigenio, situada en "la boca de los ríos".

El mito del diluvio universal y el Paraíso terrenal está presente en todos los continentes (mucho menos en África) y en niveles culturales diferentes. En sus variantes los principales compiladores del mito (R. Andree, H. Usener y J.G. Frazer) encuentran una fuente arcaica común. Según Eliade:
The majority of the flood myths seem in some sense to form part of the cosmic rhythm: the old world, peopled by a fallen humanity, is submerged under the waters, and some tieme later a new world emerges from the aquatic "chaos".

[...] the chief causes lie at once in the sins of men and the decrepitude of the world. By the mere fact that it exists -that is, that it lives and produces- the cosmos gradually deteriorates and ends y falling into decay. This is the reason why it has to be recreated. In other words, the flood realizes, on the macrocosmic scale, what is symbolically effected during the New Year festival: the "end of the world" and the end of a sinful humanity in order to make new creation possible.
De la tríada de dioses planetarios - el Páramo, el Sol y Venus- la más "actual" es la última: Ianna para los sumerios, Ishtar para los acadios. Ianna-Ishtar era a la vez la diosa del amor y de la guerra, es decir, gobernaba la vida y la muerte; para indicar la amplitud de sus poderes era denominada hermafrodita (Ishtar barbata). En su mitología, la diosa desciende al submundo de los muertos y al regresar asesina a su esposo el rey (Dumuzi para los sumerios, Tammuz para los acadios), de origen semi humano, semi divino. La explicación del mito, según Eliade, sería que...
[...] in order to be re-created anew, the world had to be annihilated; the precosmogonic chaos also implied the ritual death of the king, his descent to the underworld. In short, the two cosmic modalities -life/death, chaos/cosmos, sterility/fertility- constitued the two moments of a single process. This "mystery", perceived after the discovery of agriculture, becomes the principle of a unified explanation of the world, of life, and of human existence.

[...] The myth relates the defeat of the goddess of love and fertility in her attempt to conquer the kingdom of Ereshkigal [su "hermana mayor", reina del submundo sobre el que Ianna quiere reinar también], that is, to abolish death. In consequence, men, as well as certain gods, have to accept the alternation life/death. Dumuzi-Tammuz disappears, to reappear six months later. This alternation -periodical presence and absence of the god- was able to institute "mysteries" concerning the salvation of men, their destiny after death. The role of Dumuzi-Tammuz, ritually incarnated by the Sumero-Akkadian kings, was considerable, for it effected a connection between the divine and human modalities. Eventually, every human being could hope to enjoy this privilege, previously reserved for kings.
En la versión acadia Ishtar desciende al submundo no porque quiera reinar también sobre él sino para rescatar a su esposo Tammuz; la ausencia de la diosa tiene consecuencias de dimensiones cósmicas amenazando la vida humana y animal. En definitiva, tras los mitos relatados en los textos se encontraría el "misterio" que asegura el ciclo de fertilidad universal.

La organización política de los sumerios en ciudades-templo se unificó bajo el reinado de Lugalzaggisi, soberano de Umma (ca. 2375 A.C.), proceso que repetiría después el soberano acadio Sargon, aun cuando la civilización sumeria conservara todas sus estructuras. El único cambio fue la consideración de los reyes acadios como provenientes del primer conquistador acadio: Sargon.

Los ataques de pueblos nómadas provenientes del Alto Tigris, los Guteos, reeditó la historia de Sumer: desorganización bajo los ataques de los bárbaros nómadas y reorganización bajo los reyes de Ur (ca. 2050-1950 A.C.). Durante el periodo de Ur la civilización sumeria alcanzó su punto álgido hasta que se desintegró bajo el contínuo asedio de Elamitas por el Este y Amoritas por el oeste (provenientes del desierto Sirio-Árabe). Esto abrió un periodo de reinos de taifas hasta que Hammurabi, soberano amorita de Babilonia, consiguiera una reunificación bajo un único poder (ca. 1700 A.C.). Con capital en el norte, la dinastía de Hammurabi resistió durante un siglo hasta que cayó víctima de los asedios de los Kasitas, bárbaros del norte que acabaron dominando Mesopotamia por cuatro siglos (ca. 1525 A.C.).

Durante todos esos siglos existió una continuidad en el pensamiento religioso, siendo el sumerio el lenguaje litúrgico como lo fuera el hebreo o el latín en otras épocas y regiones. Quizás la matización más significativa al pensamiento sumerio fue el aportado por los Semitas, cuya contribución consistió en la importancia del elemento pesonal en la experiencia religiosa.

En el poema acadio (semita) Enuma elish, que explica el origen del mundo y los hombres para exaltación de Marduk, presenta una cosmogonía sombría y una antropología pesimista en tanto que para exaltar al jóven campeón del poema, Marduk, los dioses de la época primordial -en especial Tiamat- son provistos de valores demoníacos. Tiamat no es simplemente la totalidad caótica que precede a toda cosmogonía sino que la "primordialidad" es presentada como fuente de "creaciones negativas" (Tiamat produce demonios y monstruos que pueblan un "mundo" que ya existía). Finalmente, tras la batalla en la que Marduk mata a la diosa Tiamat, aquél crea el mundo utilizando el cuerpo de Tiamat, la diosa original. De aquí que el cosmos tuviese una naturaleza doble: forma divina y esencia demoníaca; además, el hombre es creado a partir de materia demoníaca (la sangre de otro dios demoníaco: Kingu):
We can speak of a tragic pessimism, for man seems to be already condemned by his own origin. [...] there is a symmetry between the creation of man and the origin of the world. In both cases, the raw material is constituted by the substance of a fallen primordial divinity, demonized and put to death by the victorious young gods.
Para los sumerios la ascendencia divina de los reyes era incuestionable, como se ve en los ritos del Año Nuevo, aun cuando es preciso matizar que:
It could be said that the king shared in the divine modality, but without becoming a god. He represented the god, and this, on the archaic levels of culture, also implied that he was in a way he whom he peronified. In any case, as mediator between the world of men and the world of the gods, the Mesopotamian king effected, in his own person, a ritual union between the two modalities of existence, the divine and the human. It was by virtue of this twofold nature that the king was considererd, at least metaphorically, to be the creator of life and fertility. But he was not a god, a new member of the pantheon (as the Egyptian pharaoh was). Prayers were not addressed to him; on the contrary, the gods were implored to protect him. For the sovereigns, despite their intimacy with the divine world, despite the hieros gamos with certain goddesses, did not reach the point of transmutting the human condition. [...] they remained mortals.
como demuestra la Épica de Gilgamesh, la creación babilonia más popular en la que el héroe pasará por toda una serie de pruebas de iniciación a las que le someten los dioses. Donde Gilgamesh falla es en la prueba de iniciación más difícil: conquistar el sueño ("Up, try not to sleep for six days and seven nights!"), permanecer "despierto" equivale a una transmutación de la condición humana. Esta es la única prueba "espiritual" (todas las demás fueron típicas pruebas heroicas) y ilustraría, según Eliade, la creencia de que:
[...] certain beings are capable, even withouth help from the gods, of obtaining immortality, on the condition that they successfully pass through a series of initiatory ordeals.
En su análisis final Eliade nos remarca que:
Akkadian religious thought puts the accent on man. In the last analysis, the story of Gilgamesh becomes paradicmatic: it proclaims the precariousness of the human condition, the impossibility -even for a hero- of gaining immortality. Man was created mortal, and he was created solely to serve the gods.
En diferentes textos se encuentra la desesperación del hombre piadoso que, tras seguir rigurosamente todos los mandatos de la religión fracasa en comprender a los dioses y el sentido último de la vida (The evildoes is justified, the righteous man is driven away.)
This despair arises, not from a meditation on the vanity of human existence, but from the experience of general injustice: the wicked triumph, prayers are not answered; the gods seem indifferent to human affairs.
La conclusión a la que llega Eliade es clara:
[...] by putting the accent on man, Akkadian religious thought brings out the limits of human possibilities. The distance between men and the gods proves to be impossible to cross. Yet man is not isolated in his own solitude. First of all, he shares in a spiritual element that can be regarded as divine [...]. Secondly, through rites and prayers he hopes to obtain the blessing of the gods. Above all, he knows that he forms part of a universe that is unified by homologies: he lives in a city that constitutes an imago mundi and whose temples and ziggurats reprsent "centers of the world" and, in consequence, insure communication with heaven and the gods.
En otras palabras: el hombre no vive en un mundo cerrado y aislado de los ciclos cósmicos; de hecho, un complejo sistema de correspondencias entre cielo y tierra permiten a las realidades terrestres ser entendidas e "influenciadas" por sus respectivos prototipos celestiales. Como ejemplo: cada planeta tiene su correspondencia con un metal y un color; de ahí que todo lo coloreado estaría bajo la influencia del planeta correspondiente; cada planeta pertenece a un dios que, a su vez, era representado por un determinado metal. Quien manipulase ritualmente determinado objeto metálico o piedra semipreciosa o un color determinado estaba bajo la protección de un dios.
The world, then, revealed itself to be structured and governed by laws. If the signs were deciphered, the future could be known; in other worlds, time was "mastered", for events that were to occur onlly after a certain interval of time were foreseen.